#1
Una científica nunca debería cohabitar con su némesis irritantemente caliente: conduce a la combustión.
Mara, Sadie y Hannah son amigas primero, científicas siempre. Aunque sus campos de estudio puedan llevarlos a diferentes rincones del mundo, todos pueden estar de acuerdo en esta verdad universal: cuando se trata de amor y ciencia, los opuestos se atraen y los rivales te hacen arder...
Como ingeniera ambiental, Mara sabe todo sobre la delicada naturaleza de los ecosistemas. Requieren equilibrio. Y dejando el termostato solo. Y no robar la comida de otra persona. Y otras reglas de las que Liam, el detestable abogado de su compañero de habitación, no sabe nada. Está bien, claro, técnicamente ella es la intrusa. Liam ya estaba atrincherado en la casa de su tía como un gigante gruñón ceñudo cuando Mara se mudó, con sus grandes músculos y su boca besable simplemente sentado en el sofá tentando a los científicos respetables al lado oscuro... pero Helena era su mentora y Mara no está dispuesta a mudarse, salir y renunciar a su herencia sin pelear.
El problema es que vivir con alguien significa llegar a conocerlo. Y cuanto más descubre Mara sobre Liam, más difícil es odiarlo... y más fácil es amarlo.
#2
Nada como una pequeña rivalidad entre científicos para llevar el amor al siguiente nivel.
Mara, Sadie y Hannah son amigas primero, científicas siempre. Aunque sus campos de estudio los lleven a diferentes rincones del mundo, todas pueden estar de acuerdo en esta verdad universal: cuando se trata de amor y ciencia, los opuestos se atraen y los rivales te hacen arder…
Lógicamente, Sadie sabe que los ingenieros civiles deben construir puentes. Sin embargo, como mujer de STEM, también entiende que las variables pueden cambiar, y cuando estás atrapada durante horas en un pequeño ascensor de Nueva York con el hombre que te rompió el corazón, te ganas el derecho de quemar ese puente musculoso y rubio hasta los cimientos. Erik puede disculparse todo lo que quiera, pero para citar a su líder rebelde, preferiría besar a un wookiee.
Ni siquiera el más sofisticado de los rituales supersticiosos de Sadie podría haber predicho una reunión tan desastrosa. Pero mientras se niega a reconocer el canto de sirena de los antebrazos de acero de Erik o la forma en que su voz se suaviza cuando le ofrece su suéter, Sadie no puede evitar preguntarse si podría haber más capas en su némesis de corazón frío de las que se ven a simple vista. Tal vez, posiblemente, incluso los puentes quemados todavía se pueden cruzar…
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