#1
Uno pensaría que básicamente estar a cargo del amor sería un trabajo épico, ¿verdad? Incorrecto. Claro, puedo soplar un poco de Lujuria en las caras de las personas y ver el espectáculo, pero en realidad no puedo participar. Se vuelve aburrido, confía en mí. Lo mismo vale para el amor. Puedo pasarlo como paletas sin azúcar en el consultorio de un dentista, pero no puedo sentir amor por mí cuenta. Es una completa mierda.
Solía considerarme una romántica sin remedio, entonces, ¿por qué no elegiría ser una cupido? Suena como una buena idea, ¿verdad? Nuevamente incorrecto. No nos llaman estúpidos cupidos por nada. Estoy atrapada en esta interminable vida eterna donde soy invisible, solitaria y extremadamente amargada. Y sí, probablemente soy responsable de algunos emparejamientos terribles. Lo siento, pero no lo siento.
Todos mis malos emparejamientos podrían ser la razón por la que fui exiliada del reino humano. Solo puedes hacer algo hasta cierto punto antes que los jefes de Cupido se pongan furiosos. Desafortunadamente, mi amargura se trasladó al nuevo reino y luego ataqué a un príncipe fae con Flechas de Amor. Accidentalmente. De acuerdo, no accidentalmente. Pero oye, se lo merecía. Lo que no esperaba era que tomara represalias y me golpeara el trasero con un loco mojo mágico lo suficientemente fuerte como para empujarme al reino físico. Guau.
Así es. Esta cupido acaba de recibir un cuerpo real. Y sabes lo que eso significa... Ahora, es mi turno de conseguir un poco. Amor, quiero decir. No seas malpensado. Guiño, guiño, perras.
#2
Recordatorio para la estúpida cupido en mí: La próxima vez que vayas y te vincules con una sexy manada, asegúrate que tus anclas no estén a punto de competir en una lucha a muerte.
Sí. Completamente deprimente.
Ahora tengo un cuerpo y no tengo intención de perderlo. Tampoco tengo intención de perder a los genfins a los que me he encariñado tanto. Entonces, es mi turno de regresar a la isla del reino y esperar con todas mis fuerzas que mis muchachos logren pasar las pruebas de la realeza en el sacrificio. También, tengo la esperanza de que el príncipe no me vea. Si lo hace, esto bastante segura que me espera el encarcelamiento y la tortura.
Pero podemos superar esto. Sé que podemos. Estoy al menos un setenta por ciento segura, de todas maneras. Está bien, quizás sea más bien un cincuenta y cincuenta por ciento. Pero, ¿luego de que lo
hagamos? Bueno, mi lista de cosas por hacer es larga, pero convencer a esos genfins de que tienen que estar conmigo está bastante alta en la lista. También lo está el postre. E intentar probar un poco de vino de hadas. Y nadar desnuda. También sexo. Mucho y mucho sexo.
Pero sobre todo, solo deseo lo que siempre he querido: tener mi propio amor. Crucemos las alas para que los genfins se sumen a ese plan. Esta cupido tiene trabajo por delante.
#3
¿Qué obtienes cuando tienes cuatro compañeros, un príncipe psicótico, una horda de rebeldes y una cupido que acaba de ser sacada del reino?
Un gran problema, eso es.
Se suponía que debía asumir mi primera misión real como espía. Se suponía que debía ir a buscar a mi compañero desaparecido y descubrir quiénes son nuestros verdaderos aliados para la guerra que se está gestando en el reino fae.
En cambio, me devuelven al lugar donde fui creada por primera vez. Villa Cupido. Y, a juzgar por la mirada que me está dando el Jefe de todos los Cupidos y el gran botón Terminar que está sosteniendo, este problema está a punto de empeorar.
La cuestión es, que soy más una amante que una luchadora, pero cuando tiene que ver con quedarme con mis compañeros, esta cupido podría ser una perra. He esperado toda mi existencia para encontrar el amor, y ahora que lo tengo, no voy a renunciar a este sin luchar.
#3.5
Primero viene el amor, luego viene el apareamiento, después viene el bebé y un poco de entrenamiento de Cupido.
Villa Cupido está plagado de nuevos reclutas de cupido, y depende de mí entrenarlos a tiempo para el Día de San Valentín. Lástima que tenga cuatro compañeros que siguen insistiendo en que es hora de que me tome un descanso.
Hacer malabares con mi papel de jefe de Cupido, ser pareja y manejar la maternidad no siempre es fácil, pero seguro que vale la pena. Esperemos poder entrenar a tiempo a estos lacayos de cupido.
Una novela de San Valentín.